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Adriana Varejâo

Río de Janeiro, 1964. Allí vive y trabaja

 

En sus propuestas saca a la luz el conflicto interior, el carácter destructivo y violento, que conlleva siempre el contacto cultural y el mestizaje. Adriana Varejâo desvela lo que el ornamento y la belleza de las formas artísticas tradicionales ocultan celosamente: la sujeción corporal y la violencia carnal que sirven de base a las ideas de progreso y civilización.

"Ruina de chacina" (2001) abre la pintura a una nueva dimensión expansiva, en la que ésta adquiere la plenitud del volumen. Juega, además, con el carácter equívoco, con el simulacro implícito en toda representación. Y pone al desnudo la visceralidad, el carácter corporal de la obra, en la que a través de la proyección simbólica del cuerpo del artista se inviste la corporalidad de la humanidad en su conjunto. Y la obra se hizo carne.

 

 

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