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Augusto Zanela

Buenos Aires, 1967. Allí vive y trabaja

 

Miramos, pero no siempre vemos. Sobre esa paradoja, Augusto Zanela desarrolla una obra que se sirve de uno de los procedimientos técnicos más sofisticados del arte clásico: la anamorfosis, para llamar la atención sobre las distorsiones habituales de nuestra mirada y la necesidad de fijar un punto de vista preciso para alcanzar a ver.

Para Zanela el término anamorfosis indica sistema y anamorfía el objeto, y así ha titulado su pieza para "El final del eclipse": "Anamorfía" (2001). Una obra que se articula como un juego de espejos, como una inquisición sobre los desplazamientos de la mirada. Pero también como un juego interactivo con el espectador, sin cuya intervención activa la obra se diluye.

 

 

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