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Carlos
Garaicoa
La
Habana, 1967. Allí vive y trabaja
Sus
piezas e intervenciones descubren el signo del espíritu en el fragmento
y la ruina. La memoria que late en los entresijos de la ciudad, a
través de imágenes e inscripciones borrosas por la acción del tiempo.
La imagen de la ciudad que, sin embargo, conserva su brillo como una
lámpara china de papel.
"Sin
título" (2001), eligiendo el soporte casi inmaterial del hilo
de los sueños, nos remite a las construcciones y rompecabezas de la
infancia. La ciudad se convierte en utopía de la forma, los edificios
y las calles en el muro son entidades geométricas puras que nos desvelan
el nexo indisoluble entre memoria e imaginación.